viernes, 27 de julio de 2012

Galletas...


Ayer me llamaron gorda, directamente, sin pudor. La interfecta contestó: "De gorda nada, es ancha de pecho". Para qué se meterán en camisa de once varas. Basta que le digan eso para que me suprima algunas de las galletas siguientes que me he ganado con el sudor de mis barbas.

- La de por la mañana, a la vuelta del paseo. Me la da, Juan, que siempre está cuando vuelvo a casa. Me gusta Juan. No se atreve a dármela a la boca porque le muerdo.

- Las de las chicas del estanco. Estas son las mejores, a mogollón. Sin medida. Por estas me arrastro hasta el fondo de los abismos.

- La de cuando "ella" saca la basura. Tengo cronometrado el tiempo. Primero prepara las bolsas nuevas que va a poner. Luego recoge la de envases, la cuelga de la puerta y después orgánicos. Para abreviar, estoy en el modo "dormida" hasta el momento orgánicos, que es cuando va a salir. El momento "yo te acompaño, no te preocupes". Ilusa. Empezaste mal, dándome una galleta la primera vez. 

- La de la tarde. Ésta suele ser la más pequeña. Tiene sentido de culpa por todo lo que me ha dado.

- La de ir a cortar el pelo o al vete. Me la da antes de dejarme en la sala de torturas. Aun sabiendo dónde me meto, me la como.

- La que surge de repente, sin previo aviso... La mejor de todas. Es cómo cuando a vosotros os dicen "te quiero".  Gusta siempre.

- La de después del "espurgue". Viene a ser la que me dan después de un chequeo. Me revisan entera a ver si tengo pulgas, cosas raras en el cuerpo, chicles en las patas, todo tipo de mierda que se adhiere a mi cuerpo. Yo en esto no tengo nada que ver. La mierda se adhiere sola.

No todas son diarias y tampoco son tantas pero claro, es comer entre horas.

Yo me mantengo en modo "espera" siempre. Es mi trabajo al fin y al cabo... Y nunca sabemos lo que va a pasar. Tengo que ganarme mis galletas....