El otro día vinieron a comer a casa Quique, Pilar y Bola. Muy buenos amigos. Ya era hora de que les invitaran porque siempre vamos a su casa a comer y a mi me colocan allí cuando hay algún problema.
Hasta aquí, bien. Pero cuando llegó Bola y metió el morro en mis juguetes, mi casa, mis humanos, armé la debacle. Además, no hubo manera de sacarle de quicio. Lo intenté de todas las maneras posibles, le ladré con frenesí, le gruñí como una posesa, le miré con cara de odio. Le hice un marcaje que no le dejaba mover ni las pestañas. Oye, y ella como si nada. Encima mi jefa dice:
La verdad es que pasé miedo. Pensé que igual me dejaban de querer. Ufff, menos mal que sólo fue una paranoia mia.
Para colmo, la muy "suertuda", se fue en moto a casa. Le metieron en una mochila, se la pusieron entre los dos y hala.