viernes, 14 de diciembre de 2012

Bancos...


A veces me duelen las cosas. Bueno, me duele la pata, o me duele el estómago. A vosotros os duelen otras cosas, peores. Yo, si fuera humana, no soportaría ver sufrir a los demás. No me gustaría ver llorar a nadie. No me gusta ver la angustia ajena, la tristeza, los dolores. Todos los días se aparece ante mis pequeños ojos. Yo no me doy cuenta, pero ella, sí. Es una "blandurria" de narices. No entendemos lo que pasa en nuestro mundo. Vivimos, porque queremos vivir. No porque nos incentive nadie. Nos incentiva, la naturaleza, los amigos perrunos y no perrunos, la familia, los amores, las palabras, las muestras de cariño, la ¨positivez¨, la risa (a ella, porque yo no me río), las caricias, las flores, el frío, el sol, la gente de la calle, en definitiva, todo lo que nos rodea.

Nos gusta mucho sentarnos en los bancos. Ver pasar a la gente. Pensar en sus vidas y así nos olvidamos de las nuestras. Soy cerdilla, porque me subo con todas las patas llenas de mierda encima de su abrigo. No sabéis lo que ama su abrigo. "A real, la puesta" como dice la abuela. Que quiere decir, que aunque te haya costado pasta, con lo que lo usas, lo has pagado en cinco inviernos.

Bancos.... También hay clases en los bancos, desgraciadamente... Odio las clases sociales... Aquí es cuando me dicen, cálllate. Más te vale no pensar. Opinar, nooooooooo. Viva la dictadura en esta casa.



jueves, 6 de diciembre de 2012

Sigo viva...


Buffff!!!!!! Hace tanto tiempo que no toco un ordenador que se me han olvidado todas las pueñeteras contraseñas. La verdad es que tampoco me he agobiado mucho. Escribo y hago lo que quiero, cuando la razón me lo permite. Cuando la jefa lo permite. Cuando estas uñitas me dejan. Cuando tengo ganas. 

Me gustan los cielos. Me gustan: los amores que se quedan, los amores que  se van. Me gusta la lluvia que le empapa a ella. Me gusta la esperanza. También me gusta la soledad momentánea, la tristeza minutada. Me gusta la vida.

Me gusta que me quieran por encima de todo.